JESÚS VIVE Y YO ESTOY LLAMADO A LA VIDA.
RESURRECCIÓN E IDENTIDAD PERSONAL (Pascua 2018)
En un poema que leía en mi juventud, el poeta entonces de moda, Bertold
Brecht, se hacía las «Pregunta de un obrero ante un libro»
(…) En los libros figuran los nombres de
los reyes.
¿Arrastraron los reyes los grandes bloques
de piedra?
El joven Alejandro conquistó la India. ¿Él
solo?
César venció a los galos. ¿No llevaba
consigo ni siquiera un cocinero? (….)
El poeta marxista reivindicaba el recuerdo de todos los que han
construido las grandes gestas de la historia, pero de los que nunca nadie se ha
acordado, ni nadie se acordará. La suerte del ser humano, parecería decir, solo
está en el recuerdo de los importantes, de las personas que han dejado
«huellas».
Ayer por la mañana escuché a una mujer que le decía a otro: «convéncete,
solo estás viva mientras te recuerdan». Lo mismo, pero desde otra perspectiva.
La vida de las personas, según esta opinión, depende única y exclusivamente de
algo tan frágil como la memoria.
En esta noche celebramos, un año más, la Pascua. La Resurrección de
Jesucristo. El triunfo sobre la muerte de Jesucristo. ¿Y qué? ¿Qué importa a
nuestra vida que Jesús haya resucitado si estamos condenados a disolvernos en
la desmemoria de la historia? Es más, ¿por qué celebrar que Cristo ha
resucitado si estamos condenados a desaparecer cuando mueran los que nos han
conocido y amado?
Esta es, a mi modo de ver, uno de los mensajes más revolucionarios y más
significativos para el ser humano de todos los tiempos; también de hoy: cada
una de nuestras vidas, aunque nos olviden los humanos, son irrenunciables,
tienen nombre personal, son importantes. Dios no nos olvida. Dios tiene «grabado
nuestro nombre en las palmas de sus manos»; este texto precioso no es mío, sino
del profeta Isaías (Is 49,16). San Pablo dirá: «(Cristo) ME amó y se entregó
POR MI (Gal 2,20)
En unos tiempos convulsos que nos tocan vivir, donde uno de los temas
más recurrentes es el de la «identidad». En definitiva, es un tema que todos
tenemos que solucionar: ¿quién soy yo? ¿Qué hago en este mundo? ¿Qué me
identifica y que me separa de otros seres humanos como yo?
Los cristianos tenemos algo precioso que comunicar al mundo, nuestra
identidad personal, única y digna a la vez: «Yo (N) soy importante, yo estoy
llamado a la vida, yo no me avergüenzo de vivir» ni me dirijo a un futuro de
anonimato, porque «soy hijo amado de Dios», «porque Cristo Jesús ha muerto por
mí y en la resurrección me ha dado vida».
Pascua significa VIDA, y VIDA EN ABUNDANCIA, para transmitirla, para
compartirla… pero no es una «vida anónima», condenada a la desmemoria de la
historia, impersonal, masificada, sin nombre. No: Pascua es vida personal, con
nombre y apellidos, con dignidad única, con esperanza única, con proyectos y
memoria única.
A todos y cada uno de vosotros, hijos amados en el Hijo, vivos para
siempre en la vida que nos regala Jesús Resucitado, ¡Feliz Pascua de
Resurrección!
Pedro Fraile
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