viernes, 3 de noviembre de 2017

PETRA, LA CIUDAD SOÑADA


Hay ciudades que forman parte de nuestros ensueños. Desde jóvenes las hemos visto con los ojos del corazón y de la imaginación. La literatura ha venido a nuestra ayuda: ciudades malditas, escondidas en lugares inhóspitos,
ciudades de leyendas guardadas por indígenas celosos de sus tesoros.

PETRA forma parte de este elenco de lugares donde todos queremos ir. Tuvo que aparecer un explorador alemán, Johann Ludwig Burckhardt, sin tierra, ni religión, ni cultura evidente y agresiva que le delatara, cuando en 1809 dio la noticia en la vieja Europa: 'señores, me parece que he encontrado Petra'. Burckhardt tuvo que aprender árabe con corrección, hacerse musulmán, y frecuentar los beduinos de la zona hasta que consiguió que le permitieran adentrarse por unas gargantas que nunca occidental alguno había transitado desde hacía más de quince siglos. Los beduinos guardaban celosamente la entrada de PETRA como se guarda lo importante, lo necesario, lo propio, lo que no se puede exponer a la vista del mundo.

PETRA es ciudad deseada por los turistas consumidores de los 'top ten' que no se puede perder nadie viajado; Petra es lugar de llegada de los peregrinos de las tierras bíblicas, pues es en la tierra de Edom/Idumea, patria natal de la familia de los Herodes.
Petra es la ciudad rosa que los estetas buscan para completar su siempre inacabada paleta de colores; Petra es la ciudad que sabe a Oriente y que llama a los buscadores de olores, de imágenes, de formas ajenas y lejanas al mediterráneo.



Petra es la ciudad donde todos, alguna vez, hemos soñado con estar. Acabamos de volver de Petra y sólo podemos decir... ¡Hasta la próxima! Volveremos, si Dios quiere, a adentrarnos por el cañón que conduce al Siq y al tesoro; volveremos a tocar la dureza de la piedra de Edom y a dejarnos iluminar por los colores de la madre naturaleza.
 ¿Os animáis? Nosotros, ya estamos tomando nota de todos los que soñáis con Petra.


 Pedro Ignacio Fraile Yécora, Agosto 2013


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